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barco efímero


BARCO EFIMERO

Imaginemos que existe una extraña comunidad de personas que viven allende los mares.

Cuando nace un niño en esta comunidad, los habitantes lo ubican en un bote desvencijado.
“Vas a pasarte el resto de tu vida en este bote”, le dicen. “Por desgracia, el bote tiene algunas filtraciones; por ende con el correr de los años, gradualmente se irá llenando de agua hasta colapsar y tú te ahogarás entre las olas”.

Demás está decir que todos los niños se horrorizan al oír esto. Algunos demandan botes mejores, otros simplemente se resignan a su destino. Sin embargo, todos ellos, incluso los que tienen los botes más resistentes – son presas del temor. Con el paso del tiempo, este temor se acrecienta y observan cómo aquellos a su alrededor se van hundiendo más y más en el mar hasta finalmente desaparecer.

Pero un día, una mujer se levanta en su bote y dice “ Tiene que existir algo mejor que esto. La vida no puede ser esta desolación. Tiene que existir una forma mejor de vivir. ¿Me ayuda alguien a encontrarla?

“Lo hemos intentado”, le responde la gente. “No existe otra forma”.

“Tiene que haberla”, dice la mujer. “Mi bote está casi lleno de agua. Muy pronto me perderé entre las olas. No tengo nada que perder. Tiene que existir algo mejor que esto”

Aunque la mayoría de las personas ignoró a la mujer, algunos escucharon lo que decía. “Tienes razón”, dijo alguien. “Mi bote también está casi hundido. No tengo nada que perder. Te ayudaré”.

 “Nosotros también te ayudaremos”, dijeron otros.

 “Gracias”, dijo la mujer. “Juntos habremos de encontrarla”.

Mas tarde, mientras la mujer buscaba en su mente alguna solución, divisó en la distancia,  un inesperado destello de luz. “Miren”, le dijo a las personas, “miren allá, en el horizonte; hay algo allí”.

“Sí”, dijo un hombre, “otras personas han visto esa luz. Algunos han tratado de descubrir qué es. Pero hay fuertes corrientes y tormentas más adelante. Todos los que han tratado de alcanzar ese lugar han fracasado. Sus botes se hundían en el camino. Todos los que han tratado de alcanzar ese lugar se han ahogado”

“Pero todos se han ahogado también aquí”, dijo la mujer. Tengo la intención de encontrar ese lugar. Quizás nos ofrezca algo mejor”.

“Tu bote se hundirá más rápido si vas”, dijo el hombre.
 “Ya no importa”, dijo la mujer, “pronta ya va a hundirse”.

 Al día siguiente, la mujer y un pequeño grupo de personas se dispusieron a viajar.
“Tenemos que unir los botes”, dijo la mujer. “De esa forma, tendremos una mejor oportunidad”.

“Pero si un bote se hunde, nos hundimos todos”, alguien dijo.

“Tenemos que tomar ese riesgo, dijo la mujer. Es un viaje muy largo para hacerlo en soledad. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros”.
Y así fue que ese pequeño grupo de personas amarró sus botes y comenzaron a remar hacia el lejano lugar en el horizonte. Siguieron adelante durante un largo tiempo, y enfrentaron enorme cantidad de turbulentas corrientes y tormentas. Algunos botes colapsaron en el camino, pero las personas eran recogidas  por la flotilla.
Se acercaban más y más a ese lugar de luz. Y así, un día, la caravana de botes se detuvo.
“¿Qué sucede?”, preguntó alguien.

“No lo sé”, dijo la mujer. “No estamos avanzando. Clavó sus ojos en el agua y notó algo extraño. “Hay algo aquí”, dijo.

Se bajó del bote y el agua le llegaba a la cintura. “Miren”, dijo, “hay arena y hacemos pie”.
La gente bajó de sus botes.

“¡No podemos ahogarnos ahora! ¡No necesitamos los botes nunca más!”

Abandonaron sus botes y comenzaron a caminar, todos juntos, hacia el lugar de la luz. Avanzaban rápidamente y pronto llegaron a una vasta y verde extensión de tierra.

 “Lo hicimos”, dijo la mujer”. “Yo sabía que existía un lugar mejor para nosotros. Lo hicimos juntos”.
 
CAMINANDO JUNTOS

El bote de esta historia es lo que el Curso denomina el ego. Cada uno de nosotros llega a esta vida atado a un bote que se hunde. Muchos se aferran al bote, incluso mientras se hunde entre las olas. Algunos de nosotros no podemos tolerar el horror de una situación así, y – al igual que la mujer de la historia- comenzamos a buscar algo más consistente.

La arena debajo de nuestros pies es la vida del espíritu. Deberemos quizás recorrer una jornada difícil antes de comenzar a sentir su estabilidad, sin embargo, está allí; llamándonos. Y si caminamos juntos, la jornada tendrá éxito.

Esta es una de las lecciones más grandes que he aprendido de Un Curso de Milagros. Al forman “relaciones santas” – relaciones basadas en  la mutua ayuda durante la jornada- generamos los medios para realizar la travesía. Solos, nos hundimos. Pero juntos, triunfamos.

Comprometernos  a ayudarnos mutuamente es lo primero que se nos pide hacer. Es una decisión simple, pero la más poderosa que alguien puede hacer. Al dedicarnos a impulsar la unión, la arena debajo de nuestros pies se vuelve estable. Es el respaldo de Dios que fluye hacia nosotros cuando nosotros nos extendemos para respaldarnos los unos a los otros.
Muchas personas se preguntan “¿Cuál es mi propósito en esta vida?” y como estudiantes de Un Curso de Milagros nos podemos preguntar “¿Cuál es mi función especial aquí?”

Yo creo que a pesar de que las formas en las que se manifiesta el propósito en nuestras vidas bien pueda diferir, el contenido es siempre el mismo: tu llamado y el mío es el de respaldar a quien podamos durante esta jornada hacia tierra firme – levantar a aquellos que se tropiezan y permitirles que nos levantes también a nosotros. Nuestro llamado es el de inspirarlos y es el de recibir su inspiración; es la de reconfortarlos y aceptar que nos reconforten.

Uno de mis amigos más cercanos tiene 86 años. Tenemos una relación santa y lo quiero muchísimo. Vamos a tomar café y de vez en cuando miramos un partido de fútbol. Pero independientemente de donde nos encontremos – o de los temas que charlamos – hay un hilo, virtualmente intacto, que fluye cuando estamos juntos. Debajo de nuestras palabras existe un pensamiento que dice “Estoy profundamente agradecido por tu compañía en esta jornada. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?”

Imaginemos si ese fuera el contenido que fluyera entre dos personas cualesquiera  en esta tierra. “Gracias por tu presencia. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?”

El mundo sería transformado, y los mares en los que solíamos ahogarnos se convertirían en plácidos y apacibles jardines.
Dan Joseph

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